En estos días de Año
Nuevo, a la mayoría de la gente les invade cierto temor al futuro. Sienten que
nuestra sociedad ha llegado a un punto donde no cabe continuar como veníamos
haciendo. Urge pues hacer un balance para reposicionarnos.
El mundo que habitamos ha
cambiado sustancialmente en los últimos años. El punto de inflexión fue la
crisis en 2007/2008. Al cabo de tres décadas de desregulación financiera, la
desenfrenada especulación había dado lugar a gigantescas burbujas de deuda. El
colapso del mercado estadounidense de viviendas financiadas por créditos hizo que reventara una de esas
burbujas llevando a la ruina la banca internacional, las grandes
aseguradoras y empresas en todo el
mundo.
Dado que el tipo de
interés ya tiende a cero o menos aún, ya se están adoptando medidas para
impedir que los trabajadores se puedan retirar de él: la drástica reducción de
las transacciones en efectivo y el plan de prohibirlas por completo no son otra
cosa que barreras para impedir que la masa de clientes bancarios se fugue en el
efectivo.
El “bail-in” [la retención
de depósitos de ahorradores y pequeños accionistas en caso de quiebra del
banco], por otra parte, que aplicarán a partir del 1 de enero de 2016 todos los
bancos de la eurozona, no es otra cosa que el paso previo a la masiva
expropiación de los trabajadores en caso de que a los banqueros nuevamente se
les vaya la olla en los mercados financieros.
Lo puedes leer completo en
Perspectivas 2015-16, (1). Apocalipsis o reinicio. ¿Qué política financiera y económica nos depara el 2016?
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