El aumento de gasto público en gastos militares, eufemísticamente llamados "de defensa", es utilizado desde la Segunda Guerra Mundial en EEUU para incentivar el crecimiento económico en todos los sectores. LAS GUERRAS, reales o provocadas, como mecanismo fundamental para que el capitalismo se mantenga a flote. |
La
experiencia de los años 1930, como lo demostraba Oakes, señalaba
que ni las obras públicas del New Deal de Roosevelt en los Estados
Unidos, ni la construcción de autopistas en Alemania nazi, habían
conseguido una significativa recuperación de la economía y el
empleo: solo la puesta en marcha de la economía de guerra, en
Alemania primero y desde 1940 en los Estados Unidos, había logrado
dichos objetivos. En
el caso alemán la carrera armamentista terminó con una derrota
catastrófica, en el caso norteamericano la victoria no llevó a la
reducción del sistema militar-industrial sino a su expansión.
Al
reducirse los efectos de la guerra, la economía de los Estados
Unidos comenzó a enfriarse y el peligro de recesión asomó su
rostro, pero el inicio de la guerra fría y luego la guerra de Corea
(1950) alejaron al fantasma abriendo un nuevo ciclo de gastos
militares.
En
octubre de 1949 el profesor de la Universidad de Harvard Summer
Slichter, de gran prestigio en ese momento, señalaba ante una
convención de banqueros: “[La Guerra Fría] incrementa la demanda
de bienes, ayuda a mantener un alto nivel de empleo, acelera el
progreso tecnológico, todo lo cual mejora el nivel de vida en
nuestro país... en consecuencia nosotros deberíamos agradecer a los
rusos por su contribución para que el capitalismo
funcione mejor que nunca en los Estados Unidos”. Hacia 1954
aparecía la siguiente afirmación en la revista U.S. News &
World Report: “¿Qué
significa para el mundo de los negocios la Bomba H?: un largo período
de grandes ventas que se incrementarán en los próximos años.
Podríamos concluir con esta afirmación: la bomba H ha arrojado a la
recesión por la ventana”.
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