domingo, 10 de enero de 2016

La hipocresía que trae como trasfondo el símbolo ن

Bassar y Asma Al Assad en las pasadas Navidades en una visita a la Iglesia Notre Dame de Damasco. El Estado laico de Siria ejerce como factor de cohesión de sus habitantes, por lo que los ataques mercenarios exteriores tratan de situar las creencias religiosas como una línea de fractura en la sociedad siria.



 


A partir de 2014, el hastag #ن se puso de moda entre los internautas a nivel mundial, como consecuencia de la persecución brutal de cristianos en Mosul, Irak, por parte del grupo terrorista islamista sunní ISIS. La policía de esta organización comenzó a marcar una a una las casas de todos los cristianos residentes en esa gran ciudad con el símbolo ن, recordando a las marcas que dejaban los nazis en las casas de judíos durante el III Reich. No hablemos de solidarizarnos con los millones de musulmanes que también sufren la persecución diaria del fundamentalismo islámico en Siria, Irak, Líbano, Libia… en definitiva, en Oriente Medio o directamente el Mundo Árabe. Esos musulmanes (entre los cuales podemos encontrar chiíes, alauíes, ismaelíes, drusos, sunníes anti-islamistas y más seguidores de otras ramas del Islam) no valen lo mismo que un cristiano a ojos de Occidente. “Son moros, los problemas que tengan que los resuelvan entre ellos”. En cambio, cuando los afectados son cristianos, todo el mundo se alarma. La población occidental se siente identificada con ellos y empatiza en una demostración de hipersentimentalismo sin precedentes.





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La hipocresía que trae como trasfondo el símbolo ن






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