miércoles, 16 de diciembre de 2015

No convoquen la COP22, no confiamos en ustedes.


  
Tecnología milagrosa para captura de carbono: la gallina de los huevos de oro.  Efecto placebo en su mesa.


          Cuando semanas antes de la COP21 de París, diversos organismos evaluaban el alcance de las promesas de reducción hechas por los diferentes países (las llamadas INDCs), resultó en seguida claro y meridiano que con eso no llegaba para contener el aumento de temperatura por debajo de 2ºC en la temperatura media a final de siglo respecto a la era preindustrial, pues nos situaba, según diversas estimaciones, en un aumento entre 2,7 y 3,7 ºC . Christiana Figueres, secretaria general de la Convención, lo justificaba diciendo que los países tienden a ser conservadores en sus estimaciones porque no les gusta que luego les saquen los colores. Una búsqueda desesperada de optimismo.

         Además, aunque en el futuro se solventaran los obstáculos tecnológicos relativos a la captura y almacenamiento de carbono, el nivel de despliegue que esta tecnología requeriría para tener un impacto significativo sería inasumible. Para capturar mil millones de toneladas de CO2, necesitaríamos hasta 33 veces más suelo del que hoy se usa para cultivar biocombustibles, necesitaríamos asímismo aumentar en un 75% el uso de fertilizantes nitrogenados, y necesitaríamos hasta 7 billones de m3 adicionales de agua dulce. Por otra parte, las emisiones de óxido nitroso, otro gas de efecto invernadero, aumentarían hasta suponer tres veces las actuales.  Y para cumplir con las predicciones de temperatura del IPCC, necesitaríamos un desarrollo de BECCS en una escala de 2,7 veces este escenario. 




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