Una organización
política tiene también su bagaje, su historia, y su historia de
historias de quienes la integran. Creo que pocas organizaciones
políticas son tan conscientes de ello como las
comunistas y de izquierdas, y no es para menos. Las luchas, las
guerras, las persecuciones, los aciertos y los errores. Un bagaje
inmenso, en realidad, una estupenda caja de herramientas. Sin
embargo, recientemente han aparecido nuevas formaciones políticas
que, si bien parecen haber salido de un espacio político no muy
lejano, habla de ese bagaje de la izquierda y el comunismo como un
lastre, una mochila de piedras que nos arrastra al fondo mientras
intentamos cruzar un caudaloso río. Y en consecuencia, exigen que
esa izquierda lance su mochila, y se una desnuda a su balsa del cambio
asegurado, donde dicen tener todo lo necesario para triunfar. Pero
curiosamente esas mismas personas no tienen reparos en usurparle a la
izquierda sus luchas o su referentes. Pueden citar y alabar a los
poetas asesinados por defender la II República mientras hacen la
genuflexión protocolaria ante el rey y dicen que la cuestión de la
republicana no es un tema urgente. O pueden afirmar que fue gracias a
ellas que se consiguió parar la retrógrada reforma de la ley del
aborto, cuando lo cierto es que una de las fundadoras del partido
dijo en aquel momento que el debate sobre el aborto no era prioritario, por una simple
cuestión de marketing político. Así, absolutamente carentes de
bagaje, se convierten en aves carroñeras de sus propias víctimas
sembradas en el campo de batalla social y político.
Lo puedes leer completo en
De bagajes rojos y orfandades parlamentarias.
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