martes, 22 de diciembre de 2015

De bagajes rojos y orfandades parlamentarias.

Una organización política tiene también su bagaje, su historia, y su historia de historias de quienes la integran. Creo que pocas organizaciones políticas son tan conscientes de ello como las comunistas y de izquierdas, y no es para menos. Las luchas, las guerras, las persecuciones, los aciertos y los errores. Un bagaje inmenso, en realidad, una estupenda caja de herramientas. Sin embargo, recientemente han aparecido nuevas formaciones políticas que, si bien parecen haber salido de un espacio político no muy lejano, habla de ese bagaje de la izquierda y el comunismo como un lastre, una mochila de piedras que nos arrastra al fondo mientras intentamos cruzar un caudaloso río. Y en consecuencia, exigen que esa izquierda lance su mochila, y se una desnuda a su balsa del cambio asegurado, donde dicen tener todo lo necesario para triunfar. Pero curiosamente esas mismas personas no tienen reparos en usurparle a la izquierda sus luchas o su referentes. Pueden citar y alabar a los poetas asesinados por defender la II República mientras hacen la genuflexión protocolaria ante el rey y dicen que la cuestión de la republicana no es un tema urgente. O pueden afirmar que fue gracias a ellas que se consiguió parar la retrógrada reforma de la ley del aborto, cuando lo cierto es que una de las fundadoras del partido dijo en aquel momento que el debate sobre el aborto no era prioritario, por una simple cuestión de marketing político. Así, absolutamente carentes de bagaje, se convierten en aves carroñeras de sus propias víctimas sembradas en el campo de batalla social y político.




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De bagajes rojos y orfandades parlamentarias.




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